LAVETA REVOLUCIONA LA FORMA DE VER
Desde Laveta se ha querido transmitir toda la pasión, esfuerzo y dedicación a cada una de las monturas convirtiéndolas en un complemento único, diseñado y fabricado cuidando cada detalle. No solo son gafas de madera, son piezas únicas hechas a partir de maderas macizas seleccionadas. Dar importancia a cada veta hasta conseguir de cada pieza algo único, imprimiendo carácter y seduciendo con sus formas y trazos.
Las vetas serían el equivalente a las huellas dactilares de las personas lo cual refuerza la idea de percibir los objetos como algo cuasi orgánico en los cuales, de alguna manera, también está latente la vida. No en balde, entendemos que unas gafas no son un objeto cualquiera, sino un objeto a través del cual miramos el mundo y que, por qué no, también podría ayudarnos a variar nuestro enfoque.
La recuperación y revalorización de la artesanía tradicional constituye uno de los pilares fundamentales de Laveta. Desde un principio, se tuvo claro que el camino a seguir en la manufacturación de su producción de gafas debía pasar, necesariamente, por la combinación de las bondades de los métodos tradicionales y las indiscutibles ventajas que han traído consigo las nuevas tecnologías.
En este sentido, al equipo de Laveta les gusta pensar que una de las principales señas de identidad de Laveta es, precisamente, la idea de que ‘el pasado no ha de estar necesariamente reñido con el presente’.
El resultado de esta apuesta son unas gafas de sol de madera hechas a mano y 100% ecológicas, con lentes de alta calidad. Se trata de una apuesta distinta, arriesgada, pero, al mismo tiempo, coherente con una determinada concepción del arte y con una determinada filosofía de vida.
Por tanto, este proyecto conjuga la artesanía tradicional, la exclusividad, y la adhesión voluntaria e irrenunciable a unas ideas. Y todo ello porque se tiene la confianza firme que un objeto representa también una forma de comunicación: una manera de decirles al mundo y a los demás algo con respecto a nosotros mismos. Y, en esa ambición por comunicar, entendemos que todo es importante: desde el material empleado, hasta la procedencia del mismo, pasando por el modo de elaboración, los lugares donde queremos que estén presentes en sus productos.
Los objetos hablan acerca de las personas que los poseen y, en este sentido, con la convicción que el mensaje que transmiten estas gafas es bastante coherente y claro. Laveta solamente entiende un idioma y éste es el del trabajo bien hecho basado en la constancia, el esfuerzo diario y la honestidad.
Evidentemente, la elección de la madera como materia prima no es ni muchísimo menos casual. Casi podríamos calificar esta elección, la cual constituye uno de los principales rasgos identitarios de Laveta, como una declaración de intenciones. En Laveta se esfuerzan para que todo el proceso sea lo más ecológico posible, haciendo del reciclado una pequeña obsesión y cuidando detalles importantes como la sostenibilidad de la madera y la no utilización durante el proceso de fabricación de productos tóxicos y/o agresivos con el medio ambiente.
Laveta viene del sur, más concretamente de Málaga, y ello hace que la firma este inevitablemente influenciada por el mediterráneo y su cultura, pero también por sus calles, sus barrios de pescadores y por su estilo fresco y descarado.
Las vetas serían el equivalente a las huellas dactilares de las personas lo cual refuerza la idea de percibir los objetos como algo cuasi orgánico en los cuales, de alguna manera, también está latente la vida. No en balde, entendemos que unas gafas no son un objeto cualquiera, sino un objeto a través del cual miramos el mundo y que, por qué no, también podría ayudarnos a variar nuestro enfoque.
La recuperación y revalorización de la artesanía tradicional constituye uno de los pilares fundamentales de Laveta. Desde un principio, se tuvo claro que el camino a seguir en la manufacturación de su producción de gafas debía pasar, necesariamente, por la combinación de las bondades de los métodos tradicionales y las indiscutibles ventajas que han traído consigo las nuevas tecnologías.
En este sentido, al equipo de Laveta les gusta pensar que una de las principales señas de identidad de Laveta es, precisamente, la idea de que ‘el pasado no ha de estar necesariamente reñido con el presente’.
El resultado de esta apuesta son unas gafas de sol de madera hechas a mano y 100% ecológicas, con lentes de alta calidad. Se trata de una apuesta distinta, arriesgada, pero, al mismo tiempo, coherente con una determinada concepción del arte y con una determinada filosofía de vida.
Por tanto, este proyecto conjuga la artesanía tradicional, la exclusividad, y la adhesión voluntaria e irrenunciable a unas ideas. Y todo ello porque se tiene la confianza firme que un objeto representa también una forma de comunicación: una manera de decirles al mundo y a los demás algo con respecto a nosotros mismos. Y, en esa ambición por comunicar, entendemos que todo es importante: desde el material empleado, hasta la procedencia del mismo, pasando por el modo de elaboración, los lugares donde queremos que estén presentes en sus productos.
Los objetos hablan acerca de las personas que los poseen y, en este sentido, con la convicción que el mensaje que transmiten estas gafas es bastante coherente y claro. Laveta solamente entiende un idioma y éste es el del trabajo bien hecho basado en la constancia, el esfuerzo diario y la honestidad.
Evidentemente, la elección de la madera como materia prima no es ni muchísimo menos casual. Casi podríamos calificar esta elección, la cual constituye uno de los principales rasgos identitarios de Laveta, como una declaración de intenciones. En Laveta se esfuerzan para que todo el proceso sea lo más ecológico posible, haciendo del reciclado una pequeña obsesión y cuidando detalles importantes como la sostenibilidad de la madera y la no utilización durante el proceso de fabricación de productos tóxicos y/o agresivos con el medio ambiente.
Laveta viene del sur, más concretamente de Málaga, y ello hace que la firma este inevitablemente influenciada por el mediterráneo y su cultura, pero también por sus calles, sus barrios de pescadores y por su estilo fresco y descarado.
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